sábado, 21 de enero de 2012

Suéltame las riendas. Quítame la respiración

  Llevaba días pensando qué podía hacer para recuperarla, pero nada se le pasaba por la cabeza. Se paseaba por aquel parque en el que siempre quedaban a ver la vida pasar. Recuerda cuando pasaban juntos horas y horas tirados en aquel césped frente al estanque, contemplando aquel cielo completamente azul que a ella tanto le gustaba, juntos, fundiéndose en besos y abrazos. Recuerda sus sonrisas, sus ganas de vivir, todos los planes que tenían en mente... Y eso le enloquecía. Y allí se pasaba, día tras día, sentado en su banco recordando momentos. Hasta que un día, viniendo de comprar un café para almorzar, se dirigía a ese parque, igual de pensativo que siempre, hasta que de pronto la vio. Como siempre, guapísima. Su pelo rubio, sus ojos azules... pero había algo diferente en ella. ¿Y su sonrisa? ¿Dónde la había metido? ¿Qué había hecho con esos dientes perfectamente colocados que le cautivaban? Estaba claro que sufría, o que por lo menos no tenía tantas ganas de sonreír como antes.
 
"Se acabó. Lo prometido es deuda. Tengo que intentarlo, al menos una vez más."
 
Se acercó a aquel banco donde estaba sentada. Tenía la mirada perdida, parecía estar inmersa en otro mundo donde todas sus preocupaciones se apoderaban de su mente.  Aquella chica giró la cabeza y le vio. Tan perfecto como siempre.
 
- Hola… -Dijo él sentándose a su lado.

Ella pareció quedar asombrada, aunque el brillo de sus ojos, después de tantos meses sin aparecer dejo paso a un leve pinchazo en el corazón que le hizo sentir alivio e ilusión, incertidumbre y sobre todo, muchas ganas de volver a escucharle hablar.

- ¿Qué tal todo?
 
- Bien, bien...
 
- Perdón por haber estado tanto tiempo desaparecida, es que he estado un poco liada y...
 
- Shh, calla. Escúchame, por favor.
Ella asintió. Tenía que escucharle, se lo merecía.
 
- ¿Te acuerdas de este sitio? Cuando desayunábamos juntos en aquella cafetería de la acera de enfrente, yo un café con leche, tú un par de tostadas, siempre fiel a la mermelada de melocotón..., y luego nos sentábamos en este banco, parecía estar reservado para nosotros, siempre nos esperaba. Podíamos pasarnos mañanas enteras aquí. Sin darnos cuenta de lo que pasaba alrededor. Totalmente solos tú y yo. ¿Lo recuerdas?
 
- Sí...
Asintió ella, cabizbaja pero sin poder evitar una sonrisa que mostraba lo feliz que le hacía recordar esos momentos.
 
- ¿Qué es lo que ha pasado? ¿Es qué no lo echas de menos? ¿No echas de menos mis manos rozando las tuyas? ¿Y mis labios con sabor a café? ¿O las horas que pasábamos tirados en el césped, como si de niños se tratase? En serio, no quiero que esto forme sólo parte de mi recuerdo... lo necesito para seguir mi día a día, para despertarme cada mañana. Recuerda todos los momentos que hemos pasado juntos, y como siempre digo, pienso en todos los momentos que nos quedan por vivir, en lo que podemos convertirnos… piensa en lo que dice la canción, nuestra canción:
 
"Sonríes un poquito y me vuelves a besar, tu boca con la mía no se puede equivocar. Te digo que te quiero, tú no dices nada más. Tratas de disimular que nos queda algún control..."
 
-... no sigas engañándote, por favor. Quiéreme. Es lo único que te pido.
Ella, con lágrimas en los ojos y con una enorme sonrisa en sus labios, no puedo contenerse más y dijo:
 
- Pero si es lo que hago... cada día, cada hora, cada instante... te quiero, te quiero, te quiero. Ahora más que nunca me he estado dando cuenta de lo mucho que te necesito a mi lado. Pude comprobar que mi felicidad gira en torno a ti, qué verte feliz es mi única razón para sonreír. De verdad, necesito sentir que el destino siempre jugó a nuestro favor… 

En ese preciso instante, aquellos ojos se miraron con tal intensidad, que las palabras se quedaron cortas. Se fundieron en un beso lleno de fortaleza e ilusión. Llevaban demasiado tiempo sin tocar sus labios, y no sabéis las ganas que tenían de hacerlo de nuevo. 



Dime ¿Qué has visto en mi, que me regalas tu verdad y tu cielo?




No hay comentarios:

Publicar un comentario